1
¿Qué belleza más honda es esta que
a mí corazón rotura como una yunta de arado? ¿De qué fuente he bebido que el
corazón me arranca y estercola y
envuelto en sol enraíza mi pecho? ¿Qué es este andar descarnado en el verde de
los árboles y en la piel de todas las flores? ¿Es acaso la poesía?
2
Palabra relentada: eres agreste
como los riscos y las tierras de ahulagas, áspera palabra que quiebra el aire donde
canta los pájaros y espantas en el papel los sonidos de los versos que te
acompañan. Pero te quiero: oral o escrita eres costumbre en mi boca para llamar
al agua húmeda de la noche, ¿cómo llamar sin ti la calle que amanece mojada a
pesar de una noche sin lluvia? Haré un poema para ti, versos donde seas bonita,
relentada: agua de estrellas plena.
Un árbol de incienso en el monte de un camino. El aroma
llega a mi cerebro, y la razón me dice: Acércate. Y me acerco, deslizo mi
cabeza entre sus ramas y respiro. Penetra mi cerebro, recorre mi cuerpo y la
razón me dice: Un poco más. Lo rodeo con mis brazos.
4
No importa que se me caiga la piel y la sangre a
cachos: sus letras son la única dádiva que piden las calles de mi mente.
5
¿Me sentiste cuando bajé a tu tumba? Hice todo lo
posible para ser de lo más perceptible: toqué apenas tus huesos. (Al novelista
canario Benito Pérez Galdós)
6
Miguel Hernández, que a ti yo te
desentierro y beso tu calavera como tú hicieras a Ramón Sijé; son tus huesos raíces
que claman bajo mis pies enterrándome frondoso árbol que solo en el barro
respira. Adhieres la tierra a mi piel: la toco, la como y la huelo, estercolo y
riego desgarrándome grito de fuente. Es tu muerte un lamento en mi costado y un
arado surcando el aire de mi aliento porque sé que en el epitafio de tu tumba
debería leerse: Aquí también "tan temprano" el poeta por ser pastor
de cabras. Miguel Hernández, tus ojos, la inocencia de tus ojos: mano tendida
como la hierba mansa de los campos.
BENITA LÓPEZ PEÑATE (LIBROS DE SAL, BEGINBOOK, 2010)
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