jueves, 31 de mayo de 2018

Prosa o poética diaria



          I
Por qué siempre
Jesucristo en imágenes de sangre;
por qué no el hombre
de los demás tramos del camino:
el hombre cotidiano.
Sería más real…
Sin embargo
en esta Iglesia
la muerte se muestra sola,
no le acompaña la vida.
De todas las horas,
siempre nos quedamos las horas últimas:
horas colgadas de una cruz.

  

         II


Pasillo de supermercado.
A la izquierda el vino
de uno y dos euros;
ahí se detiene,
dando la espalda 
al vino de más precio.
Su rostro destila tristeza,
sabe lo que está comprando:
techumbre de vid inexistente.

        III

Salario de pobreza.
Ramas de olivo ausente
en el carro de la compra.

       IV


Cemento y pintura en la ropa
y sequedad en el rostro.
La tumba no dista lejos,

veinte años, no más.
¿Qué le anima
en la construcción diaria del surco?

        V

Telaraña tatuada en el codo.
Articulación es la araña.
El cerebro también lo es:
araña reina.
Nuestro cuerpo es la red.

                 VI
Una estrella acorta la distancia;
hila los puntos en línea recta
a donde el suelo mira:
lo más alto.

Todo cuelga de una estrella,
línea trazada
a donde llega lo ascendente.
Para unir lo del suelo
ineludible un camino para cada uno,
unidos en un centro

balanceamos cuando la verticalidad acaba.  
  
BENITA LÓPEZ PEÑATE

lunes, 14 de mayo de 2018

FILOSOFÍA



La historia del pensamiento existe. Saberlo me da tranquilidad. Es como si el pensamiento fuera un Dios protegiéndome, alejando de mí la incertidumbre del miedo.  Soy parte de algo en creación que se seguirá construyendo mañana. Siempre estaremos todos.
BENITA LÓPEZ PEÑATE


UNIDAD


                                                
La naturaleza siempre tan presente se vuelve hoy interrogante para mí. María Zambrano dice: «El ser de la naturaleza es invariable». Entonces, ¿es invariable el árbol? ¿Cómo es posible que sea inmutable lo que hasta ahora ha representado movimiento para mí? Y descubro la causa. La unidad. La raíz permanece invariable. Las hojas, las flores y el fruto son la expresión escrita de su voz. Un día me dije: «No te preocupes, serás un puzle». Y sí era para preocuparme, ¿cómo reconocerse, entre sí, versos escritos con voz diferente aunque tuvieran intención de conformar un solo árbol? Es tan difícil cuando el ritmo no es el apropiado… ¿...? ¿Apropia-do? ¿A-propia-do? ¡Increíble!. Mi corazón deposita fuera las imágenes en súplica de fuente, el deseo de libertad niega en él otras melodías, no quiere que ningún cauce lo apropie. Es doloroso y largo el aprendizaje del agua. Solo cuando se haga río, será capaz de su propia música.  Seguramente distinta a la de ahora, aunque siempre mirándose en el agua primera que le dio el ser: sería absurdo un corazón desdiciéndose de sus propios latidos.
BENITA LÓPEZ PEÑATE

VOZ


Corazón y mente de los años andando construye el agua propia. Coincidir en el camino es posible, incluso en casi la totalidad del trayecto; pero siempre habrá una milésima, un segundo, un centímetro, un gramo, una brizna que nos diferencie. En ese casi nada, en ese casi inexistente, en ese algo de hebra de luz  es donde surge la voz propia del río que subyace a lo que nació ahí arriba. Cada agua tiene su huerta, sus matices de verduras y frutales; voz de espesos muros que la aíslan del afuera: las paredes del corazón a solas escribiendo en el resguardo de las paredes nocturnas del pensamiento. Muchos son los mapas que nos ayudan y muchos los poemas y las novelas de antes de nosotros que nos indican cómo buscar la fuente, como tirar de un hilo en nuestro ser hasta dar con el centro: lámparas iluminarias que nos alumbran para llegar a una ciudad o a una mina de agua. Pero las aguas solo sacian a su voz dueña. El uso de otras aguas distintas a la fuente propia desgaja a los árboles del verde que dice sostenerlos.
BENITA LÓPEZ PEÑATE

miércoles, 2 de mayo de 2018

Herida

Ya no le hablan las ruinas,
no le son amigables
las paredes descosidas,
la hiedra cubriendo las grietas:
la muerte ha visitado su casa.

DIÁLOGO CON MI NIETA JANA

                                                                       A mi hijo Airam,                                                    ...