Llanura de tierra roja, próxima al
barro si existiese una gota de agua. Su planicie pudiera ser de castillos
deshechos, castillos derrumbados, como las ideas, como los sueños, como el ser
humano ausente.Aun me llega la música de alguna nota tocando al silencio. El
sonido de la azada o de una palilla plantando una semilla o una planta, o el
sonido de una voz, todo lo demás en silencio. No me llega, o no recuerdo, o bien
desapareció el esfuerzo, el cansancio, la fatiga, las penurias del corazón
latiendo mis brazos, mi espalda en
silencio amasando una tierra en busca de su fruto, de un pan suficiente para
cubrir la mesa, para cubrir todos los platos con una porción digna. Se me
olvida ese latido humano de la historia de esta tierra, solo me llegan los
sonidos del trabajo, melodía que una y otra vez necesito, indago y busco
para obtener paz en mi mente: música que en mis oídos permitía el movimiento de
mis brazos, de mis piernas, de mi espalda cargando esta tierra.Melodía aparentemente inexistente, pero que sostenía todo lo demás.
BENITA LÓPEZ PEÑATE
martes, 25 de junio de 2019
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