martes, 25 de junio de 2019

Tierra de Fuerteventura



Llanura de tierra roja, próxima al barro si existiese una gota de agua. Su planicie pudiera ser de castillos deshechos, castillos derrumbados, como las ideas, como los sueños, como el ser humano ausente.Aun me llega la  música de alguna nota tocando al silencio. El sonido de la azada o de una palilla plantando una semilla o una planta, o el sonido de una voz, todo lo demás en silencio. No me llega, o no recuerdo, o bien desapareció el esfuerzo, el cansancio, la fatiga, las penurias del corazón latiendo mis brazos,  mi espalda en silencio amasando una tierra en busca de su fruto, de un pan suficiente para cubrir la mesa, para cubrir todos los platos con una porción digna. Se me olvida ese latido humano de la historia de esta tierra, solo me llegan los sonidos del trabajo, melodía   que una y otra vez necesito, indago y busco para obtener paz en mi mente: música que en mis oídos permitía el movimiento de mis brazos, de mis piernas, de mi espalda cargando esta tierra.Melodía aparentemente inexistente, pero que sostenía todo lo demás.
BENITA LÓPEZ PEÑATE

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