No sé el tiempo de vida de una gaviota,
pero ellas llegan y miran al mar
como si fueran sus guardianas.
No sé cuánto viven
pero entre todas es una eternidad,
la misma eternidad del mar que cuidan.
Esta fue la playa a la que venían mis abuelos,
después mis padres y ahora mis hermanos y yo.
Sigue siendo el mismo mar,
la misma cadencia, la misma orilla.
Y la miro igual que ellos la miraron.
Siempre se mira al mar,
mirada íntima, sobrecogida de inmensidad.
Y entonces pienso
que todas las miradas están ahí,
las miradas de nuestros abuelos, de nuestros padres,
a pesar de lo efímero, de lo momentáneo
del tiempo de la espuma, del tiempo de una ola,
entre todas las miradas tenemos una eternidad,
la misma eternidad del mar que nos cuida.
Benita López Peñate, del libro Libros de sal (Edición Begimbook, 2010)
Precioso poema. Gracias
ResponderEliminarGracias, maestro, me alegra su opinión. Un abrazo grande desde esta otra isla, y concretamente del pueblo de Arinaga, Gran Canaria.
EliminarQué belleza de poema. Felicidades Sabemos muy bien de tu calidad poética -ética y estética unidas. Un abrazo desde el mar nuestro que es también tuyo. Reyna Esperanza y Roberto Manzano.
ResponderEliminarMuchas gracias, queridos amigos, me alegro que les guste. Un abrazo grande desde esta orilla que tanto los quiere y admira.
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