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Primavera 2020



1
Mirar al mundo,
no mirarme a mí ni al otro.
Mirar al mundo,
a la compañía que el mundo da.

La noche delata gente viviendo.
A lo lejos, luces de un pueblo.
El camino para llegar
está en la oscuridad que lo rodea


A esta estrella cerca de mí
 pedirle que limpie
las mentes oscuras del mundo.

2
Arbusto florecido en la autopista
refracta corona fúnebre en mi cabeza.
Días de pandemia.
Miedo calado hasta los huesos.


Campos verdes, amarillos.
Pasa la neblina más espesa
y  nada se ve.
Color humo, color negro, color fuego
y se diluye
como la vida misma.
Los momentos malos, pasan;
y después, conformarnos
con lo que queda tras la niebla:
a veces, pletórico;
otras veces, no tanto.


Lluvia cernida de primavera.
Gota de agua
refresca los labios de mi hijo
en el envés de una hoja.
(Fotografía: Airam Hernández López)


Gotas de lluvia
cuelgan de las tuneras.
Agua libre de espinas.

(El gua del cielo se puede beber
aunque sea en campos poblados de púas)


Gotas de lluvia
detenidas en el aire:
hilos invisibles las sostienen.

Telar de araña.



El verde escapa de los pasos.
Nada nace en el camino trillado.

Flor de margarita bordea el camino.
Quien pasa cuida de no pisarla.


Humedecer siempre el pensamiento.
La sequía no trae sino desierto,
desiertos carentes de arena.
Sin agua, la savia en los campos
y la sangre en las venas, se seca.
Con agua, hasta en las piedras
el verde brota.
La umbría ablanda su dureza.

La vida, solo a veces es
manto de flores sedoso
para caminar
 con los ojos abiertos o cerrados,
o tomarlo del suelo
y echarlo sobre los hombros
como manta esperancera.
La vida casi siempre es
hilvanes de rosales y cactus
para andar despacio, con los ojos abiertos,
en busca de los momentos sedosos
esquivando las espinas.
La vida casi siempre es
el camino que recorre una abeja
para tener miel.

Benita López Peñate











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