A mi cuñada Susi, por ser…
De
esas mujeres que existen en todas las familias, mujeres que al cuenco de sus
manos van todas las lágrimas y a sus hombros van todas las cargas, porque son mujeres
de escucha, mujeres optimistas, que no se precipitan, llaman a la calma, como la orilla
quieta de un mar en tormenta. Mujeres salvadoras, salvar es su sino, y
nadie las consuela, ellas lloran a solas. Podría renegar y no ocuparse de
nadie, y decir: «Es mi momento, escúchenme a mí, denme un hombro para llorar, denme el cuenco
de unas manos para llorar». Podría decirlo y encontrar a mujeres que la escuchen, que recojan sus lágrimas. Pero ella necesita seguir. Cuando
encuentra un hombro, se detiene; pero ese hombro enseguida reblandece porque
ella es distinta, es como una esfinge, como una santa: un corazón bueno puede ayudar a un corazón
santo, puede hablar con él para consolarlo, pero, sabiendo que es un corazón
santo, decae y lo que le brota es devoción. Y sigue la mujer adelante.
Las Palmas, 12 de febrero de 2020
Benita
López Peñate
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