miércoles, 1 de abril de 2020

TIERRA DE FUERTEVENTURA

         
        I
Es una luz.
Camina a lo lejos
y es de noche.
La distancia desvanece
figura y ruidos
de quien la lleva.
Isla solitaria.
Luz de vez en cuando
en el camino que la transita.
Carretera de noche.

Tomar la vida a distancia.
De eso trata esta luz.

2
 Cuando anochece
cierro los ojos en la oscuridad.
La claridad sorprende  al abrirlos.


     
3
Tal vez la vida contenga
luz de resplandor de vez en cuando,
luz tenue a veces
y luz ausente en ocasiones
Por eso es  tan necesario
el beso y la caricia en la llama
para que la luz no se pierda.
Prendido de la luz camina nuestro ser.

4
Varada en la arena, el  agua fue el remo que  me sacó de la orilla y dejó en alta mar. Y ahora, barca de la mar, rema tú—me dijo—. Desde entonces, mi pecho acompasa  los remos de sal.

5
La isla despoja de vínculos.
Su desnudez nos arropa.

                                                                    6
Esta tierra roja, próxima al barro si existiera una gota de agua, recuerda  fortalezas de sueños desvanecidos. El sonido de un sacho en tierra de tomatero en silencio alivia mi destierro. No recuerdo el cansancio del corazón amasando surcos en busca de pan suficiente para cubrir la mesa. Se me olvida ese latido humano de la historia, solo recuerdo  los sonidos que  nos permitía cargar esta tierra, las pausas de sonidos de un sacho tocando al silencio que tanto necesita reverberar mi mente.
La melodía  que aparentemente se muestra como si solo fuera la consecuencia, el humo en el aire desprendido de las brasas de una hoguera, es, sin embargo, la estructura que sostiene a la tierra y al fuego, como la poesía sostiene al bosque en el esqueleto de sus versos. El bosque se diluye, lo verde y espeso  se desvanece,  y solo queda la espiga que vertebra al agua para que la savia camine. Ese es el  bosque verdadero. El ramaje, la hermosura también originan ruido. Es necesario columnar aquello que no se ve, aquello que pasa oculto en todo lo que brota forrado de vida. Las notas que a mis oídos llega tocando al silencio, aliviaban mi espalda cargando esta tierra de tomateros.

7
Muros en ruinas construirán el mañana si abanderamos los recuerdos de cada grano, de cada gota de tierra y agua que guarecían sus piedras.

8
Estanque de tierra sin agua.
En el barro seco
crece un tomatero.

9
Estanque de tierra. Cuando llueve, el agua viene aquí. En la montaña tiene el camino. No es de hormigón ni de piedra ni de hierro, es solo un estanque de tierra. La primera agua en llegar se oculta y no se la ve, desciende  y cuando ya es agua sobre agua, rezuma  a la superficie: debajo de ella es solo tierra anegada de agua. Y tienes miedo. Miedo porque a tus ojos el agua llega y se va y piensas que este sostén que has construido con tierra no la contiene, no la guarda  para cuando la necesites. Y el milagro del  agua sostén del agua, sucede: el agua no se oxida, no se agrieta, no se rompe; en lo invisible, subyace y ahí solo beben los cantos de semilleros futuros, que es casi nada, porque ahora en la superficie nada sostiene, no sostiene a un bosque, no sostiene ramaje, solo a la misma tierra que está bajo lo visible sostiene, y si existiera agua que se pierde sería madeja de hilos que la tierra atesora abiertos  para comunicarse con otras tierras, pero está tan empapada, que el barro se tranca y es en la tierra cerradura que no deja pasar al agua. Puerta herméticamente cerrada, puerta que no es puerta, cerradura que no es cerradura en este edificio de tierra y agua sólidamente sellado. Ahora solo es un estanque de tierra sin agua. Brilla en la superficie un círculo de musgo naranja. Necesita un sello, un sello para volar. En los alrededores, sin alejarme, permanecen mis alas, las alas de una semilla dispuesta a alzar el vuelo.

10
Cauce de piedra,
el agua corre sin detenerse
para llegar a un lugar.
Verde al final del camino.
Cauce de tierra,
el agua llega por donde pasa:
Verde todo el trayecto.
¿Cuál de los dos cauces?

11
Magua antigua
posada sobre la memoria.
Una lágrima.

Junto a una lámpara
aletea una mariposa.
Alas de luz.

12
Piedras recogidas en muro. Lo que sobra en la tierra, se agrupa en utilidad de sostén.

13
Luz para afrontar el humedal
Mañana de brisa
Seguridad en mis pasos
El cansancio desaparece
Barranco florecido
Casa con alas
Música después del miedo al camino.

14
Desprendida del camino.
Recordar de dónde vengo
para saber dónde  estoy.
Continuar  adelante,
abrir camino, hacer camino con los pies:
al otro lado de este lugar seco
la música del barro me espera.

15
Una medalla el corral de piedras y yo:
un círculo, yo en el centro y el sol encima.
Dejé mi mochila fuera antes de entrar,


16
Hileras de muros en tierra abandonada. Sostén de hombros. Aunque los sueños desvanezcan, siempre quedarán los muros para apoyar la espalda y la tierra para apoyar los pies dando fe de que el sueño existió.

17
Cuando tienes un inicio, no puedes renegar de él.
Hierbas que dan luz cuando el sol llega.


BENITA LÓPEZ PEÑATE (Sardina del Sur, Canarias)

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