domingo, 19 de enero de 2020

La alegría


Ruido de alegría. Alegría que grita, que salta y tiene al corazón de unas manos de la alegría  a otras. 

No puedo exigir que guarde silencio, que esté quieta, pero sí rogar que se quede conmigo, lejos de la exaltación para que mi corazón no sufra, que sonría tan solo, ofrendando su silencio para que perdure en rosario de gotas.

Tengo surcos para enraizar la belleza.  Asiento su resplandor en el pecho. En un susurro de tierra  la planto y entonces la alegría crece serena, desuniendo ramas que tensan las cuerdas del camino.

 Para que la belleza no se pierda,  para que no anide en el ánimo los latidos de un corazón exaltado, construyo tierra y muros para que tan solo sea continuación de la casa común, la casa que recorro todos los días.

Dentro de la casa, la alegría se torna pensamiento sereno que abona la tierra del pensamiento serio. Solo así descubro la alegría en toda su magnitud, la belleza en todos sus matices.

Tengo un árbol de la alegría. Subí a lo alto y descendí.  El tambor de los pasos retumbó en el suelo duro. Cada golpe era la azada cavando surcos.

Benita López Peñate




domingo, 12 de enero de 2020

Piedras de paciencia

                            Cadencia tranquila
                             el cauce de piedras.
                             Latidos de tareas inmortales.
                             De la cumbre  
                             descendemos con nuestra carga:
                             historias que rezuman,
                             nacimientos que rebosan.
                             Piedras de paciencia.
                             De andar con el agua
                             redondeamos en el cauce.

    Benita López Peñate
                    Fotografía: Ana López Peñate




Amanecer de luna



Concilios de labios. Envuelta en besos me levanto. Los besos caen sonoros, gotas de agua que se abren de conciertos al mundo. Colmada de  tus labios camino como si fuera un árbol de campanitas todos los besos cantando.

Al final, cuando la muerte nos toque a la puerta,  los abrazos y  besos palpitarán junto a la cama. Démonos muchos besos, abracémonos mucho, que haya montañas de besos y abrazos para quien permanezca de los dos aquí.

Benita López Peñate

viernes, 3 de enero de 2020

Bandera de esperanza



I
Espigas de pensamientos
el sueño de palpito en la noche
asomada a las puertas del insomnio
queriendo vivir las horas.
El mundo da vueltas
y quiero bajarme en una de ellas.
El paso del tiempo existe.

 II

Correr a lo alto,
a los mundos abiertos de allá arriba
por una cuerda de tierra y sudor.
Sudor inhalado en tus cuevas
para tener sal y agua en el pecho:
sudor silencioso de misterio
porque misterio es todo lo íntimo.
Envuelta en mi querer,
la bandera del amor se ondula a mi cuerpo:
la única bandera que da sentido
a este paso por la tierra.
Bandera de esperanza
son mis ojos colmados de sueño.
En el interior de los párpados  el amor que quiero.

  
III
Me alegro de invocarte.
Regresa la luz.
Ilusión ardiente
la previsible hoguera pronta a arder
en lo que todo es seco
y todo es aire.
Ímpetu de luz escondida
que aun refulge en los pedregales,
capaz de deshacer en el fuego
el peso carcelario de las piedras
que trae sobre los hombros
y arrastra sus pies.

  
IV
Entre alas y miel
la bondad de un hombre:
secreto avicultor de luz.
Lenguaje de unos ojos
que vuelan afuera y regresan a la boca
tocando en el paladar la realidad del mundo.
Un agua antigua cultiva
la tierra sin techo de sus venas.


 V
Corazón de piel pegada al espinazo. Laberinto de espinas hasta llegar a la carne adherida al hueso, jugosa ahulaga, caricias de yemas: manojo de espinas que arden en el roce como un manojo de cañas.


VI
Algo extraordinario ha sucedido:
almohadas de besos que soñamos
descansan nuestras cabezas.

  
VII
La tierra rebelada camina de verde. Tiene al cielo como senda y ya llueve las huellas de sus pies por donde ella quiere que el agua discurra.  Corre el agua y la esperanza crece: corren los pájaros de enhorabuena. Cielo y tierra se guardan cofre de semillas de flores nuevas que aún no tienen nombre, a la espera de que florezcan los pétalos inventados.


VIII
Las fronteras unas veces se abren y los ríos pasan y otras veces se cierran de ánimo y  de espíritu. De alegría y de dolor está hecho el camino, pero permanecemos enteros para arrimar el hombro: la vida no se apropió del alma nuestra. El alma se apropió de la vida y la llevó por los cauces del agua cuando las piedras se clavaban a nuestros pies como cuchillos. En esta última estación, el río trae a la espalda la experiencia de vid enracimada tierra adentro. Bodegas forjadas en la madera del camino beben nuestros labios.


IX
 Hileras de puntos traduce la vida: líneas rectas y curvas ponderan las posibles figuras.


 X
Un beso sobre mis hombros los despoja del peso diario.

Benita López Peñate, Sardina del Sur (Gran Canaria)

miércoles, 1 de enero de 2020

En la mar de calles



Una mujer va a la mar del mundo y vuelve con su red llena  peces. Y es feliz esta mujer de la mar, de la mar de sus calles colmadas de peces de colores.

Afuera los últimos ruidos de la noche, adentro las últimas luces: lámparas que alumbran un pan sobre la mesa y una libreta donde el día escribe sus notas de horas caminantes.

Una mujer solitaria conversa por los caminos. Le hablan las piedras: la tierra perdió los surcos. Yunta de arado son sus pies abriendo paso. Asoma el agua a sus ojos. Barco a la vista limpia los naufragios.Nacimiento de un ser humano nuevo. 

En la calle pobre y hambrienta, llueve pan.  El cielo se detuvo en los campos de trigo: abre el viento las vainas y rompe las cercas. Luna de cosecha alumbra los senderos.
Benita López Peñate

Un poema haikus de mi hermana Ana, en Playa Blanca (Puerto del Rosario, Fuerteventura)

                En noches libres             los cantos de las pardelas.               Suave murmullo.   Fotografía: Ana López Peñate Poema:...