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Mostrando entradas de enero, 2020

La alegría

Ruido de alegría. Alegría que grita, que salta y tiene al corazón de unas manos de la alegría   a otras.  No puedo exigir que guarde silencio, que esté quieta, pero sí rogar que se quede conmigo,  lejos de la exaltación para que mi corazón no sufra,  que sonría tan solo,  ofrendando su silencio para que perdure en rosario de gotas. Tengo surcos para enraizar la belleza.   Asiento su resplandor en el pecho. En un susurro de tierra   la planto y entonces la alegría crece serena, desuniendo ramas que tensan las cuerdas del camino.   Para que la belleza no se pierda,   para que no anide en el ánimo los latidos de un corazón exaltado, construyo tierra y muros para que tan solo sea continuación de la casa común, la casa que recorro todos los días. Dentro de la casa, la alegría se torna pensamiento sereno que abona la tierra del pensamiento serio. Solo así descubro la alegría en toda su magnitud, la belleza en todos sus matices. Tengo...

Piedras de paciencia

                            Cadencia tranquila                              el cauce de piedras.                              Latidos de tareas inmortales.                              De la cumbre                                 descendemos con nuestra carga:                              historias que rezuman,                              nacimientos que rebosan.                         ...

Amanecer de luna

Concilios de labios. Envuelta en besos me levanto. Los besos caen sonoros, gotas de agua que se abren de conciertos al mundo. Colmada de  tus labios camino como si fuera un árbol de campanitas todos los besos cantando. Al final, cuando la muerte nos toque a la puerta,  los abrazos y  besos palpitarán junto a la cama. Démonos muchos besos, abracémonos mucho, que haya montañas de besos y abrazos para quien permanezca de los dos aquí. Benita López Peñate

Bandera de esperanza

I Espigas de pensamientos el sueño de palpito en la noche asomada a las puertas del insomnio queriendo vivir las horas. El mundo da vueltas y quiero bajarme en una de ellas. El paso del tiempo existe.   II Correr a lo alto, a los mundos abiertos de allá arriba por una cuerda de tierra y sudor. Sudor inhalado en tus cuevas para tener sal y agua en el pecho: sudor silencioso de misterio porque misterio es todo lo íntimo. Envuelta en mi querer, la bandera del amor se ondula a mi cuerpo: la única bandera que da sentido a este paso por la tierra. Bandera de esperanza son mis ojos colmados de sueño. En el interior de los párpados   el amor que quiero.     III Me alegro de invocarte. Regresa la luz. Ilusión ardiente la previsible hoguera pronta a arder en lo que todo es seco y todo es aire. Ímpetu de luz escondida que aun refulge en los pedregales, capaz de deshacer en el fuego el peso carcelario ...

En la mar de calles

Una mujer va a la mar del mundo y vuelve con su red llena  peces. Y es feliz esta mujer de la mar, de la mar de sus calles colmadas de peces de colores. Afuera los últimos ruidos de la noche, adentro las últimas luces: lámparas que alumbran un pan sobre la mesa y una libreta donde el día escribe sus notas de horas caminantes. Una mujer solitaria conversa por los caminos. Le hablan las piedras: la tierra perdió los surcos. Yunta de arado son sus pies abriendo paso. Asoma el agua a sus ojos. Barco a la vista limpia los naufragios. Nacimiento de un ser humano nuevo.   En la calle pobre y hambrienta, llueve pan.   El cielo se detuvo en los campos de trigo: abre el viento las vainas y rompe las cercas. Luna de cosecha alumbra los senderos. Benita López Peñate