Roque Aguayro |
A los poetas Reyna Esperanza y Roberto Manzano
Cuando ya no esperas nada y te retiras,
y sigues sin esperar nada y te retiras un poco más,
a tu casa pequeña porque ya no esperas nada,
no esperas que te nombren, no esperas que cuenten contigo,
que te mencionen en antologías, que te inviten a mesas brillantes,
entonces los ruidos desaparecen y tu casa pequeña se convierte
en espacio sagrado. Tocas al silencio y el silencio te responde;
tocas las paredes, y tus dedos se llenan de poemas:
del techo cuelgan versos, de la cama recibes poemas,
de los muebles, de la silla escuchas poemas.
Es un asombro y no quieres salir de ahí,
suelo algodonado para caminar las horas interiores.
La casa tiene música: las paredes, las sillas, la cama
son las teclas de un piano. Y el suelo por donde caminas,
también es música. Un mundo grande es el reino de la poesía,
pasillo del que ya no es posible regresar.
Fotografía: Airam Hernández López
Autora del texto: Benita López Peñate
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