martes, 26 de mayo de 2020

Mujeres salvadoras



                                         A mi cuñada Susi, por ser…

De esas mujeres que existen en todas las familias, mujeres que al cuenco de sus manos van todas las lágrimas y a sus hombros van todas las cargas, porque son mujeres de escucha, mujeres optimistas, que no se precipitan, llaman a la calma, como la orilla quieta de un mar en tormenta. Mujeres salvadoras, salvar es su sino, y nadie las consuela, ellas lloran a solas. Podría renegar y no ocuparse de nadie, y decir: «Es mi momento, escúchenme a mí,  denme un hombro para llorar, denme el cuenco de unas manos para llorar». Podría decirlo y encontrar a mujeres que la escuchen, que recojan sus lágrimas. Pero ella necesita seguir. Cuando encuentra un hombro, se detiene; pero ese hombro enseguida reblandece porque ella es distinta, es como una esfinge, como una santa: un corazón bueno puede ayudar a un corazón santo, puede hablar con él para consolarlo, pero, sabiendo que es un corazón santo, decae y lo que le brota es devoción. Y sigue la mujer adelante.

Las Palmas, 12 de febrero de 2020

Benita López Peñate 

domingo, 24 de mayo de 2020

Primavera 2020



1
Mirar al mundo,
no mirarme a mí ni al otro.
Mirar al mundo,
a la compañía que el mundo da.

La noche delata gente viviendo.
A lo lejos, luces de un pueblo.
El camino para llegar
está en la oscuridad que lo rodea


A esta estrella cerca de mí
 pedirle que limpie
las mentes oscuras del mundo.

2
Arbusto florecido en la autopista
refracta corona fúnebre en mi cabeza.
Días de pandemia.
Miedo calado hasta los huesos.


Campos verdes, amarillos.
Pasa la neblina más espesa
y  nada se ve.
Color humo, color negro, color fuego
y se diluye
como la vida misma.
Los momentos malos, pasan;
y después, conformarnos
con lo que queda tras la niebla:
a veces, pletórico;
otras veces, no tanto.


Lluvia cernida de primavera.
Gota de agua
refresca los labios de mi hijo
en el envés de una hoja.
(Fotografía: Airam Hernández López)


Gotas de lluvia
cuelgan de las tuneras.
Agua libre de espinas.

(El gua del cielo se puede beber
aunque sea en campos poblados de púas)


Gotas de lluvia
detenidas en el aire:
hilos invisibles las sostienen.

Telar de araña.



El verde escapa de los pasos.
Nada nace en el camino trillado.

Flor de margarita bordea el camino.
Quien pasa cuida de no pisarla.


Humedecer siempre el pensamiento.
La sequía no trae sino desierto,
desiertos carentes de arena.
Sin agua, la savia en los campos
y la sangre en las venas, se seca.
Con agua, hasta en las piedras
el verde brota.
La umbría ablanda su dureza.

La vida, solo a veces es
manto de flores sedoso
para caminar
 con los ojos abiertos o cerrados,
o tomarlo del suelo
y echarlo sobre los hombros
como manta esperancera.
La vida casi siempre es
hilvanes de rosales y cactus
para andar despacio, con los ojos abiertos,
en busca de los momentos sedosos
esquivando las espinas.
La vida casi siempre es
el camino que recorre una abeja
para tener miel.

Benita López Peñate











domingo, 17 de mayo de 2020

Primavera en tiempos de pandemia

Cómo puede florecer tanta belleza entre tanta espina, cómo puede florecer al borde de su herida, cómo puede echar para fuera como si fueran puños los futuros frutos. Ahí están los tunos, hacia afuera, en los bordes de las paletas, de su paleta mordida al borde de la flor de un futuro tuno. La naturaleza tiene herramientas, la tunera tiene que seguir adelante.
Benita López Peñate


Un poema haikus de mi hermana Ana, en Playa Blanca (Puerto del Rosario, Fuerteventura)

                En noches libres             los cantos de las pardelas.               Suave murmullo.   Fotografía: Ana López Peñate Poema:...