I Por qué siempre Jesucristo en imágenes de sangre; por qué no el hombre de los demás tramos del camino: el hombre cotidiano. Sería más real… Sin embargo en esta Iglesia la muerte se muestra sola, no le acompaña la vida. De todas las horas, siempre nos quedamos las horas últimas: horas colgadas de una cruz. II Pasillo de supermercado. A la izquierda el vino de uno y dos euros; ahí se detiene, dando la espalda al vino de más precio. Su rostro destila tristeza, sabe lo que está comprando: techumbre de vid inexistente. III Salario de pobreza. Ramas de olivo ausente en el carro de la compra. IV Cemento y pintura en la ropa y sequedad en el rostro. La tumba no dista lejos, veinte años, no más. ¿Qué le anima en la construcción diaria del surco? ...
Benita López Peñate