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Tierra florecida

Si deseas continuar leyendo este artículo, puedes hacerlo, de modo gratuito, en este enlace:
https://reyna-esperanza.blogspot.com.es/2018/03/tierra-florecida.html



TIERRA FLORECIDA


De los poemas de Reyna Esperanza Cruz Hernández muchos son los versos prendidos a mi memoria, estampas orgánicas que quedaron impresas para siempre al  leerlos por primera vez. Me acompañan, entre otros, esta diminuta y atómica muestra: «Mañana puede ser este fuego que me alumbra»,  «Para entonces podrá no ser presencia/ el camino… », «Tú y yo nunca tendremos una casa común», «Amores sin historia, atados siempre a la palabra ausencia», «Amores que no tienen una tumba», «Amores que se mueren en silencio porque silencio ha sido su lenguaje»...


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La infancia

Arcilla de memorias la infancia en mis manos armando surcos. La tierra ya la tengo y también el agua, arterias de acequias pigmentan en el aire acuarelas de tomateros.   Fotografía: Celedonio López Texto: Benita López  

Horas por mí encarceladas

    No quiero ser mujer en queja                      pero mientras limpio la casa pienso que podría estar en otro lugar, son extraordinarias las horas de los días libres, horas de mente vigorosa de amanecer el día sin obligación de entrar en el camino del salario, horas que siento perder en estas tareas, horas distintas a las horas de lunes a viernes, días estos de horas polvorientas que se arrastran por la tarde con el peso de la mañana, horas que no me desccubren alegría en las cosas.  Si viviera en otro sitio, quizás no fuera así, un lugar más verde, más húmedo, no tan seco. Pero todos los lugares tienen sus miserias. Los sentimientos que ahora me golpean se deben a un mal uso de las horas, es una pena tan grande destinarlas a tareas que podría realizar con mis otras horas, con las horas sucias, las horas cansadas, aunque no las termine y las deje para el día siguiente o para el otro, o para cuando pueda, no pasar...

Cuaderno para Jana

1 Vida en mis brazos. Después de dos muertes importantes, nace mi nieta. 2 Cuando te fuiste,             cuando te estabas yendo, te acompañé de margaritas;   y hoy, nace tu nieta y en el jardín también hay margaritas, y vuela una mariposa, se acerca, revolotea y viene otra y la acompaña. Vuelan juntas y se van por caminos diferentes. 3 La luz, Jana, la luz trenzada, siempre búscala, detente en las líneas, verás como tus ojos se abren en luces pequeñitas. Te vendrán luces grandes, luces grandes del sol, pero nunca desaproveches una luz pequeña; por mucho que te digan que vayas a lo grande, no hagas caso, te pueden confundir, ¿lo grande, Jana, ¿qué es?             4 ¿Ves esta tunera? Si la observas despacito verás que también es belleza las pequeñitas cañas   de espinas. A...