Mis labios no saben a tierra,
los muerdo y no tienen sangre,
no tienen letras mis dientes.
Res a un poste atada,
dos metros de hierba:
máquina obrera usurpa mi mente.
Rumio las hojas, los tallos, las piedras,
los caminos de las raíces mastico
ahondando un sol en el centro
y el abecedario regresa.
Saben a tierra mis labios,
los muerdo y asoman los ríos
de savia blanca y verde de árboles.
Tienen letras mis dientes.
Como si fueren baifillas recién paridas
mi lengua las lame,
tambaleantes buscan las ubres
amamantando la página en blanco.
Fotografía: Celedonio López Peñate
Texto: Benita López Peñate