Los
pájaros también se posan en los árboles secos. ¿Es motivo suficiente para no
limpiar el bosque? Y si no existiera bosque, sino arbustos nacidos al azar, sin
más verde alrededor y, por ello, por nacer al azar, en tierra de agua
esporádica por no ser tierra de lluvia, naciendo solo de rocíos nocturnos de
mera humedad,
cuando
las raíces crecen no tienen el sostén de agua suficiente para que corran las
acequias de savia y mueren y ahí permanecen en pie, ¿es motivo suficiente que
los pájaros se posen en sus ramas para aceptar que cubran el horizonte con sus
ramas secas frente a la casa? ¿Sería imagen hermosa para los ojos de mi hijo y
su familia cuando al amanecer abran las ventanas? Sí, podría ser motivo suficiente en una lectura
de sensibilidad sencilla. Aunque el pasado, el presente o el futuro tengan
ramas secas, estas ramas sostienen voces de cantos y alas; vienen los pájaros y
los toman como sustento para el canto, o como estación para detenerse: son
campos de juegos, o campos para dormir, o campos para descansar cuando buscan
en derredor alimentos para sus picos o ramitas para sus nidos. Si vienen, algo
han de tener; y si hay canto, y si hay alas, y si hay vuelos algo de espíritu de
libertad tienen esas ramas. Pero está la otra lectura. La imagen alegre de los
pájaros saltando de unas ramas a otras de un árbol seco
puede
llevar a la no limpieza del bosque cuando es necesario, a la no limpieza de
todo lo que impide ver el horizonte: el anclaje a cosas de la vida que ya están
muertas y que se apropian del alma humana como si fuera un cementerio, alma
cementerio de cosas muertas. Ante esta disyuntiva decido quitar los arbustos secos
frente a la casa que hasta hoy ha sido la casa mía pero que a raíz de mañana
será la casa de mi hijo, raíz que quiero tenga agua siempre, que no haya
rastrojos que obstaculicen los caminos naturales del agua.
Benita López 24 de septiembre 2020