1
Vida en mis brazos.
Después de dos muertes importantes,
nace mi nieta.
2
Cuando te fuiste,
cuando te estabas yendo,
te acompañé de margaritas;
y hoy, nace tu nieta
y en el jardín
también hay margaritas,
y vuela una mariposa,
se acerca, revolotea
y viene otra y la acompaña.
Vuelan juntas y se van
por caminos diferentes.
3
La luz, Jana, la luz trenzada,
siempre búscala,
detente en las líneas,
verás como tus ojos se abren
en luces pequeñitas.
Te vendrán luces grandes,
luces grandes del sol,
pero nunca desaproveches
una luz pequeña;
por mucho que te digan
que vayas a lo grande,
no hagas caso,
te pueden confundir,
¿lo grande, Jana, ¿qué es?
4
¿Ves esta tunera?
Si la observas despacito
verás que también es belleza
las pequeñitas cañas
de espinas.
A veces las espinas son ineludibles,
protegen en el verde la savia,
y la vida es lo mismo,
también tiene espinas,
aunque a veces no son necesarias
y son dolorosas y nada aportan,
ir al fondo de cada
espina
nos da aprendizaje
y permite arrancarla.
5
Cuida siempre tu jardín.
Lo que el jardín te diga
es lo que necesitas.
6
Semilla en la tierra
atraviesa con rabia el cemento
y el verde sale a la calle
igual a tu madre
separando con dolor sus huesos
y rompiendo su carne
para que tú nacieras.
Así es la vida
y así has venido al mundo:
triunfando en cada obstáculo.
7
La vida tendrá desperdicios,
somos reacciones químicas,
procesadores de pensamientos:
corazón y mente.
Lo que no sirva, lo que sobre
aléjalo de ti
porque si no, desluces lo construido.
¿Ves este jardín?
Alguien pasó y le arrojó un vaso
desluciendo el café en sus labios:
los jardines nos rodean
muy cerquita nuestro
aunque no seamos los dueños.
Siempre piensa
lo de todos, es tuyo también,
entonces, ¡cuidar siempre del todo
como si fuera tuyo nada más!
8
Huellas de dientes
un chicle en el suelo.
Una boca lo masticó.
9
¿Ves estos escalones?
Son pocos,
solo cuatro escalones
y son chiquititos.
Cuando tus pies
den sus primeros pasos,
serán un montón para ti;
y ya después,
cuando seas más grande,
dirás, ay qué escaloncitos,
pequeñitos, no cuestan nada.
Pero llegará una edad
en que volverán a ser
enormes,
con los años
nos volvemos casi
recién nacidos
en nuestros pies.
Si en el apogeo de la vida
caminaras igual de despacio
¡cuántas respuestas encontrarías a tiempo
que yo no encontré!
10
Escasas flores en los jardines del Materno,
pero la ausencia pasa
desapercibida a nuestros ojos:
los recién nacidos son flores suficientes.
11
Tu vida tiene luz verde
Las barreras se levantan
Comienzan los pasos
(Luz verde: nada que temer)
12
Todo lo que yo tenga, te lo daré. No sé qué te podrá servir porque tu vida, es
tu vida; tendrás tus propios pasos y tu propio camino. Pero, tal vez, haya
cosas que te puedan valer: un anillo de ideas, quizás, o una pulsera de
palabras que te acompañen. Todo lo que yo pueda aprender de ti, también te lo
diré.
13
Y papi, Jana, escribe muy bien. Dile que te escriba cuentos.
Sé que escribe en silencio, pero si
algún día cogiera un lápiz…
14
Un coche se aproxima.
Los corazones que palpitan dentro
se escuchan desde la calle.
Son las dos de la mañana
y vienen al hospital.
Las dos de la mañana
y yo en la calle
sin paredes ni techo.
Mi nieta viene al mundo esta noche.
15
Nacimiento de Jana.
Las cinco de la mañana
y los pájaros cantan.
16
Las olas golpean
el muro de la orilla.
Es Jana,
su corazón latiendo
para derribarlo.
Un latido más
y el muro se derrumba:
¡el mar de Jana ya está aquí!
Las olas ahora son pequeñas.
Su corazón late despacito
porque está caminando.
17
Preocupado por la hija
el padre no ve
la tierra delante de los ojos.
Pendiente de un hilo
Jana se lanza al vacío:
en el infinito de un punto
brilla la ciencia de una estrella.
Posada la tierra nueva
sobre la tierra antigua,
Jana regresa
con su estrella bajo el brazo.
Cesa la lluvia de tierra.
El padre le da la mano
y la madre besa su frente.
18
Cuantas estrellas tenga el cielo,
estrellas tengan tus pies
para recorrer el mundo.
Estrellas de luz,
estrellas de agua
para la noche
y la sed del camino.
19
Remos vacíos.
Diez de la mañana,
nadie en el parque.
Anclajes sólidos
columpian mis años
en estas horas furtivas.
En cada impulso hacia adelante,
tocan al cielo mis pies.
Pronto vendré con mi nieta.
BENITA LÓPEZ PEÑATE (Sardina
del Sur, Canarias)